Escribir desde el personaje o desde la trama
Una de las preguntas que hemos recibido en esta última semana tiene que ver con “cuál es la mejor manera de acercarnos a contar una historia, si a través de los personajes o de la trama”. No existe una respuesta sencilla a esta pregunta, pues el proceso de escritura es diferente en cada autor y a menudo ambos puntos se solapan de forma casi inconsciente.
Y es que la aproximación al germen de una historia depende de múltiples factores: si se trata de una idea basada en hechos reales, de un suceso que queremos narrar o de un perfil concreto de personaje concreto. Ahora bien, lo que sí debemos tener claro es que para que las historias nos importen deben importarnos los personajes que se encuentran implicados en ellas. ¿Esto qué significa? Pues que si no tenemos unos protagonistas interesantes y a los que nos apetezca seguir, es muy probable que la trama tampoco nos importe.
Construir desde el personaje
Como hemos mencionado anteriormente, el trabajo de construcción de una historia se debate entre el personaje y los acontecimientos a los que se enfrenta. Si queremos empezar a desarrollar los cimientos de un guión desde nuestro personaje protagonista, existen ciertos aspectos que deberíamos tener en cuenta para hacerlo atractivo al espectador:
Una personalidad única
Sí, es muy fácil decirlo pero es el gran talón de Aquiles de muchas historias que se pierden por querer contar con una trama repleta de giros en los que están implicados personajes ya vistos: clichés, arquetipos básicos y refritos de nuestros referentes.
Un buen método para encontrar una personalidad “única” en un personaje consiste en fijarnos en la vida real, es decir, en personas que están a nuestro alrededor y a las que podemos seguir y observar en nuestro día a día para descubrir cómo se enfrentan a cada situación. Por ejemplo, existen muchas personas maniáticas, pero todas ellas cuentan con diferentes manías. Explorar la manera que tiene cada persona de afrontar sus manías puede ser una manera efectiva para darle “verdad” a nuestra historia.
Esto es aplicable a numerosos sentimientos: la pasión, que cada persona la refleja de un modo diferente; la rabia, que en algunos produce violencia, en otros ansiedad… Y es incluso aplicable a aquellas situaciones que no hemos vivido y que no conocemos a nadie que la haya vivido si somos capaces de entender el sentimiento que se esconde tras dicha circunstancia. Por ejemplo, un cajero de supermercado asesina al dueño de una sucursal bancaria. Si nuestro protagonista es un homicida podemos comprender mejor su crimen si entendemos que el sentimiento de “venganza” es el que se esconde tras sus actos. En este caso, el dueño de la sucursal podría haber arruinado al cajero con una inversión en la que no le explicó las condiciones.
Todos hemos sentido en algún momento las ganas de vengarnos de alguien por lo que, aunque nunca hayamos matado a alguien, podemos empatizar con situaciones similares.

Construir desde la trama
A la hora de construir desde el personaje, la columna vertebral de la historia la establecemos en base a unos rasgos de personalidad y carácter que nos gustaría contar, y a partir de ahí debemos buscar cuál es la mejor trama para esto. En este caso ocurre lo contrario: teniendo una peripecia o recorrido, debemos buscar cuál es el mejor personaje para contar la historia, basándonos en las contradicciones y la ironía dramática.
Por ejemplo: queremos contar un caso de negligencia médica, la historia de un hombre que se queda en silla de ruedas por un error en el hospital. ¿Cuál o cuáles podrían ser los personajes más interesantes para acercarnos a esta historia?
La respuesta es que existen múltiples respuestas y todas ellas son válidas, depende de qué historia queramos contar, de qué queramos hablar y cuál es el género. Ahora bien, algunos personajes interesantes podrían ser un médico, a quien su propio trabajo le ha quitado la posibilidad de andar; o un inspector de sanidad, que ha velado durante toda su vida por proteger a los pacientes de las negligencias y ahora se ve como víctima de una.
Esos ejemplos nos sirven si queremos construir el personaje a partir de su profesión, pero también nos sirve este ejemplo si lo vemos desde el carácter: por ejemplo, una mujer muy optimista, alegre y amante de los viajes. Si esta mujer se queda en silla de ruedas el conflicto se intensifica.
Conclusión
No existe un único método para construir un guión. Al fin y al cabo el proceso de escritura de cada guionista es muy diferente y caben múltiples posibilidades en él. El presente artículo solo pretende servir como recordatorio a la hora de desarrollar la historia, pues en muchos casos nos centramos en la trama dejando de lado a los personajes, y viceversa.