Tras su exitoso paso por «Estoy vivo», de la mano de Daniel Écija, este joven guionista nos confiesa hoy los secretos del proceso creativo que culminó con el estreno de «Deudas».
¿Por qué la historia de una familia arruinada? ¿Qué fue lo que os atrajo de este planteamiento?
No fue nuestro concepto inicial. La cosa empezó más o menos así: Antena 3 encarga a Daniel Écija y su productora Good Mood una serie en tono de comedia. La idea inicial era completamente distinta: un policía impedido. Y no se llamaba «Deudas», todo eso llegó después. En un principio, era una comedia procedimental, estuvimos trabajando durante meses en una comedia policiaca autoconclusiva, con un caso a la semana. Pero ese concepto inicial se cayó y empezamos a currar en un segundo concepto totalmente distinto que solo mantenía el nombre de los personajes… Pero ese segundo concepto también se cayó y pasamos a otro, y a otro, y a otro… En unos meses al concepto inicial no lo conocía ni la madre que lo parió. Hicimos tres o cuatro series distintas, te lo prometo. Una de ellas era hasta sobrenatural, excesiva, bizarra. Ese concepto me flipaba pero también se cayó… El caso es que, sin saber muy bien cómo, acabamos haciendo la serie de una familia arruinada al frente de una academia. No era un conceptazo pero fue nuestro punto de partida. A partir de ahí, trabajando con el equipo de guion, capitaneados por Daniel Écija, fuimos profundizando, haciéndonos preguntas como: ¿De qué va esta serie? ¿De qué queremos hablar como guionistas? Así llegamos a descubrir el núcleo de la serie: el enfrentamiento entre las dos familias. Visto con distancia, y a lo mejor me columpio un poco, creo que el gran tema de «Deudas» es la crispación que vivimos hoy día como sociedad, representada en la lucha sin cuartel de estas dos familias. Esa mala hostia que nos corre hoy por las venas está en el ADN de la serie, esa necesidad española de golpear y agredir al que no piensa como nosotros.
¿Cómo fue el proceso de creación y escritura de la serie? ¿Quiénes participasteis? Esta serie la escribimos un equipo muy pequeño: Jorge Valdano Sáenz, Sara Cano y yo, con Daniel Écija como productor ejecutivo. Creo que una de las mayores virtudes de esta comedia es que está escrita por gente que no es especialista en comedia. Eso le da cierta frescura. Yo no tenía ni puta idea de cómo se hacía una comedia. Dani sí, es historia viva de la tele, ha hecho muchas series y programas con un tono parecido a “Deudas”, Valdano también había tocado la comedia en Los Serrano, pero Sara y yo no habíamos olido el género cómico en nuestra vida. Pero lo hicimos sin complejos. Esta serie no busca ser pancarta social, ni tiene agenda ideológica, ni es políticamente correcta. La sala de escritores era la barra de un bar. Trabajábamos todos juntos, delante de una pantalla, y escribíamos las secuencias desde cero. Todos juntos. Si nos hacían reír, se la pasábamos a Dani, que venía, la leía y nos corregía. Si le gustaba, iba a plató. Si no, seguíamos escribiendo hasta encontrar algo que fuera lo suficientemente divertido a la par que adulto. Eso era algo en lo que Écija nos insistía mucho: “Tiene que ser verdad, tiene que ser maduro”. No somos una comedia de farsa o de opereta, o al menos no lo pretendíamos. Queríamos hablar de conflictos reales, de gente real que va apretada de pasta. Los diálogos costumbristas, un cierto ánimo naturalista, un intento de Azcona y Berlanga, es lo que más trabajamos en esta comedia, creo. No sé si irá bien o si nos hostiaremos, pero ha sido un proceso que he disfrutado muchísimo.

¿Cuánto tiempo os llevó? ¿Os afectó de alguna forma la pandemia?
En Febrero de 2020 solo teníamos escritos dos capítulos de una serie que, la verdad, no teníamos ni idea de qué iba. Teníamos una familia, un venezolano muerto, una actriz porno, unas deudas… Construimos la historia original con mimbres independientes, alejados, inconexos, como hacía sus canciones Moncho Borrajo. Eso supongo que se nota bastante más en el piloto, es una sensación que suele ser muy habitual en todos los pilotos, y es la sensación de búsqueda. En el episodio piloto la serie se estaba buscando a sí misma, nosotros estábamos buscando el tono, los actores, los directores. Cuando encontramos el concepto de las dos familias enfrentadas, esa mezcla de Guy Ritchie cañí con el petardeo de Sálvame, ese sentido del humor chorra y surrealista, tan español, ese revisitar “Atraco A Las Tres” y el patetismo de Azcona… Cuando encontramos eso, empezamos a escribir a toda velocidad. Por fin teníamos serie. Y estaba comprada. Y empezaríamos a rodar en Abril… Pero llegó una pandemia mundial. El proceso se ralentizó. Como todos, empezamos a usar las videollamadas y trabajar por Zoom. Fue bastante jodido en lo emocional por el contexto pero también una especie de alivio. Estábamos rodeados de incertidumbre, confinamiento, restricciones, muerte, y nosotros estábamos escribiendo una comedia disparatada entre dos familias. La pandemia hizo que nos volcáramos en el trabajo y en el equipo, hicimos piña Jorge, Sara y yo, y fuimos sacando capítulo tras capítulo como campeones. Jorge y Sara son muy, muy buenos. Sin ellos, no habría existido esta serie. Sin su esfuerzo, sin su paciencia, sin su talento. El trabajo de todos los guionistas en esta serie, por las circunstancias en que desarrollamos el trabajo, por las mil dificultades que nos han ido surgiendo, ha sido titánico. Javi Andrés se incorporó tras el confinamiento al equipo de guion y su aportación fue también maravillosa.
¿Qué ha sido lo más difícil de escribir de esta serie?
Que el humor te desnuda como guionista. Te expone. O triunfas sacándole una risa, sonrisa, o carcajada al público, o te das un hostión que tiembla el misterio. Admiro profundamente a los guionistas que se dedican a esto de hacer reír. De hecho, los guionistas de programas diarios de comedia me parecen kamikazes del guion, auténticos héroes.
¿En qué se diferenció del proceso de escritura de “Estoy vivo”?
Como jefe de guion, trabajo a partir de las emociones de los personajes, desde su verdad, así que el trabajo de escritura de “Deudas” fue similar al de “Estoy Vivo”. Más que preguntarnos “qué pasa a continuación”, nos preguntábamos “cómo se siente ahora el personaje”. Y no es que «Deudas» pretenda ser ahora Breaking Bad o una película de Antonioni, somos una comedia ligera pensada para ser emitida en abierto, y sacar una risa al mayor público posible… Pero además de hacer reír, también hablamos de hijos castrados emocionalmente, de carencias afectivas, de padres ausentes. Hay una cierta tragedia debajo de la comedia… Esa búsqueda del alma del capítulo, de su núcleo emocional, ese profundizar en los personajes y darles matiz, es algo que intentamos en «Deudas» pero que también hicimos en «Estoy Vivo». En el caso de «Deudas» partimos de estereotipos manidos como el matón que no sabe hablar muy bien español o el mafioso rancio para irlos desarrollando. Por ejemplo, ese personaje: Esteban De La Vega. Esteban está interpretado por Javi Coll, un actor impresionante que hizo un trabajo espectacular de creación de personaje. Pues ese personaje parte de un estereotipo en el episodio piloto y poco vamos conociendo, capa a capa, distintos aspectos de su personalidad: sus problemas de autoestima, sus inseguridades o la relación enfermiza que tiene con su madre, que es una cabrona. El Esteban De La Vega que vemos en el episodio 13 es completamente distinto al que vimos en el capítulo 1. En las comedias habitualmente los roles de los personajes son un poco estancos, y eso mola, se agradece como espectador. Pero nosotros intentamos que nuestros personajes aprendieran y avanzaran algo en cada capítulo. Esa es la parte más satisfactoria de escribir guiones.
Sé que terminaste agotado de tu labor como coordinador de guion en “Estoy vivo” y que tuviste que dejarlo ¿Cómo fue aquello?
“Estoy Vivo” es la historia en la que más me he volcado de todas en las que he currado. Como estuve desde el comienzo en ella con Daniel Écija, me sentía un poco padre espiritual de la serie, o niñera espiritual, lo que sea. El caso es que la sentí muy mía y me dediqué a trabajar en esta serie sin que nadie me lo pidiera durante 24 horas, siete días a la semana, sin descanso. Durante más de dos años. Era la primera vez que tenía en mis manos una serie de género fantástico, a la que además pudimos incluir un poco de romance a lo Arma Letal, un toque de Richard Curtis, y mucho mucho barrio en los diálogos. También pude tocar el terror mezclado con ese melodrama super intenso y vallecano, sin mencionar la ciencia ficción. Era un regalo caído del cielo que me hizo Daniel Écija. Y curré, curré tanto, que terminé agotado, reventado. Supongo que el mejor consejo que puedo darle a la gente que está empezando es: La pasión está muy bien. El trabajo duro está muy bien. Pero descansar y dormir ocho horas también está de puta madre. Sin descanso, no hay rendimiento. ¡Dormid! “Estoy Vivo” es la serie más personal que jamás he escrito. En las dos primeras temporadas que estuve de coordinador, con un equipo de la leche, sentamos las bases de una serie que ya va por la cuarta temporada. Pensar eso es muy guay. Creo que hicimos un buen trabajo.
¿Cómo fue el proceso de selección de la writers’ room? ¿En base a qué criterios elegiste a estos guionistas?
El equipo que terminó escribiendo “Deudas” vino dado por las circunstancias, no hubo búsqueda activa: Éramos los que estaban por allí en ese momento. El único guionista que incluí tras el confinamiento fue Javier Andrés, había currado en Vis a Vis, El Barco, B&B, y es un magnífico escritor y un buen amigo. Para mí la base de un equipo es la confianza. Como pasamos tantas horas juntos, y debatimos tanto, y nos peleamos tanto, es importante que además de escribir bien seas paciente y buena persona. Todo eso hace que en la sala de guion haya un ambiente de confianza que te permita soltar tu creatividad. Como te digo, el equipo de Deudas ha sido un equipazo.
¿Estáis ya pensando en segunda temporada?
No estamos pensando en la segunda temporada, pero sí que mis compañeros y yo hablamos entre cañas de cómo haríamos una continuación de esta historia de guerra familiar. Pero solo quedó en eso, en una conversación. Hasta que no sepamos cómo funciona en abierto, no hay nada asegurado.
Y personalmente ¿en que andas ahora?
Estoy con un par de cosillas: Por un lado, moviendo mi primer proyecto propio de terror. Algo bastante oscuro, perturbador y al mismo tiempo divertido. Lo leyó un director muy guay, le encantó y se sumó al proyecto. Ahora mismo estamos buscando productora, estoy hablando con algunas, pero sin concretar, cruzo dedos… Por otro lado, y esto me hace muy feliz, acabo de entrar a trabajar en una serie que me flipa y soy parte de su equipo de guion. Es una serie con mucho misterio, momentos de terror y aventuras. Escribir género es mi pasión y volver a escribirlo en una serie de primer nivel es un lujazo, como volver a casa.