Alba Lucío e Irene Rodríguez coordinan la nueva serie diaria de Bambú para RTVE. Mover semejante transatlántico a ritmo de cinco guiones por semana es una exigente tarea que no está al alcance de todos. Ellas mismas nos cuentan cómo se hace.
¿Cómo surgió este proyecto y cómo entraste en él?
Alba: A finales del año 2019 Josep Cister (idea original, producción ejecutiva) nos llamó a Irene y a mí para incorporarnos al desarrollo de la serie. Nosotras ya habíamos trabajado con Josep anteriormente, en La Otra Mirada (TVE, Boomerang tv), y aunque ni Irene ni yo habíamos hecho diaria antes, las dos respetamos mucho el formato y nos apetecía sumarnos. Normalmente se mira a las diarias por encima del hombro, pero creo que todos los guionistas deberían pasar por alguna en algún momento de sus carreras, se aprende muchísimo y es un formato que está muy cerca del público.
¿Cómo fue el proceso de desarrollo de la serie? ¿Quiénes participasteis? ¿Cuánto tiempo os llevó?
Irene: En cuanto Alba y yo nos incorporamos al proyecto comenzamos la escritura de la biblia de los primeros 65 capítulos junto a Josep. Después de ese proceso, que duró unos dos meses, se escribió el piloto en aproximadamente un mes, contando con incorporación de notas y versiones. Con el piloto ya aprobado continuamos con la escritura de los tres primeros bloques (quince capítulos) antes de que se incorporara el resto del equipo, que lo hizo en el verano de 2020.

Tirso Calero me contaba aquí cómo se escribe una serie diaria. ¿Vosotras cómo afrontáis la escritura de la serie. ¿Cómo es una semana en la vida de las coordinadores, escaletistas y dialoguistas de “Dos vidas”?
Alba: La diaria es el formato que exige mayor planificación, no hay margen para la improvisación. Para que cada semana puedan emitirse cinco capítulos, deben escribirse cinco capítulos también, así que, como en todas las diarias, tenemos una rutina muy marcada. El documento del que partimos los escaletistas es la biblia, que escribimos coordinación y el equipo de escaleta, y hacemos una cada 65 capítulos (13 semanas). Una semana normal en el equipo de escaleta comienza con la reunión de “punteado”. Silvia Arribas, Pablo Bartolomé y yo convertimos el contenido de la biblia en pulsos, determinando cuál es el avance de la secuencia, qué personajes intervienen, cuál es la estructura interna, la localización, incluso la puesta en escena. Repartimos los pulsos de cada trama (dos principales y dos secundarias) en los cinco capítulos de la semana, prestando especial atención a los finales de capítulo, que deben quedar en alto, con un cliffhanger. Y cuando hemos hecho esto, nos vamos a casa y trabajamos las escaletas. Pablo y Silvia hacen dos escaletas cada uno y yo hago una. Y esto en unos dos días y medio/tres días, que es tiempo récord. Ellos me envían las escaletas a mí, yo corrijo y ajusto lo necesario y se las envío a producción ejecutiva, que las lee y da notas. Genero una segunda versión de las escaletas y pasan a manos de Irene, coordinadora de diálogos. El resto de la semana lo empleamos en trabajar la siguiente biblia y/o en preparar las reuniones de punteado. Y el lunes, vuelta a empezar, todo el sistema se repite.
Irene: En mi caso, en cuanto recibo el bloque de escaletas por parte de Alba, lo leo y anoto. Aunque yo también participo en el proceso de escritura de biblia, tengo que estar muy pendiente de cómo han aterrizado las tramas en escaleta porque puede haber cambios. De todas maneras, la comunicación con Alba es constante y nos mantenemos al día de las modificaciones. Todas esas anotaciones me ayudan a conocer bien el bloque y poder contestar a las dudas que les puedan surgir a los dialoguistas en su proceso de escritura, que dura una semana. Cuando realizo el reparto de escaletas aprovecho para informar sobre los puntos más importantes y dar indicaciones para la escritura, además de comentar los cambios que he tenido que realizar del bloque anterior en el caso de que hayan sido relevantes. En el equipo de dialoguistas somos cinco: Moisés Gómez, Esther Morales, Ana Muniz da Cunha, Javier Naya y yo. Una vez me entregan su capítulo, yo reviso todo el bloque para hacer los ajustes correspondientes y envío a producción ejecutiva. Cuando recibo notas de producción ejecutiva, genero una segunda versión que envío a plató para que puedan empezar a trabajar el resto de equipos. Tras la lectura técnica, el guionista de plató, Miguel Bueno (y durante unos meses, Benjamín Zafra), hace la última versión, con los cambios necesarios para que los capítulos puedan rodarse. Mientras todo esto sucede, también dedico tiempo a la siguiente biblia, un trabajo que realizo junto al equipo de escaleta.

¿Cómo afecta a vuestra mecánica de trabajo el hecho de que sea una historia contada en dos tiempos?
Irene: Nuestras protagonistas son abuela y nieta. Julia descubre que su padre biológico, al que nunca conoció, le ha dejado una casa en herencia en un pueblo. En esa casa Julia encuentra los cuadernos de viaje de su abuela Carmen y su lectura la lleva a conocer que fue una mujer muy especial con una vida llena de aventuras en la Guinea Española de finales de los años cuarenta. Desde la escritura trabajamos el vínculo que une a ambas mujeres. Julia tiene la necesidad de conocer más a su abuela, se pregunta quién era realmente, por qué terminó en el pueblo, de que huía… pero además de curiosidad, Julia siente una profunda inspiración que le hace enfrentarse a su día a día de manera muy diferente. Los obstáculos a los que se enfrenta Carmen y su manera de salir adelante, resuenan en las decisiones que toma su nieta muchos años después. Ya en biblia trabajamos con esa premisa y desarrollamos las tramas teniendo en cuenta sus arcos y esos posibles puntos de unión. Pero estas dos vidas también afectan a la estructura, al trabajo de mezcla en escaleta. Dos contextos históricos con dos platós y con un número determinado de secuencias que deben cumplirse al detalle.
¿Cómo es trabajar para Bambú? ¿Hasta dónde se involucran con el proyecto Cister, Neira, Fernández Valdés o Campos?
Alba: Irene y yo trabajamos directamente con Josep Cister y hablamos casi a diario. Como productor ejecutivo es el encargado de aprobar las escaletas, guiones y las biblias. También nos orienta en cuestiones de producción que puedan afectar al contenido. Y es Josep quien está en contacto con Gema Neira, Teresa Fernández Valdés y Ramón Campos.
¿Cómo fue el proceso de selección de la writers’ room? ¿En base a qué criterios elegiste a estos guionistas?
Alba: El equipo de escaleta somos tres personas (contándome a mí), y tenía claro que quería que los escaletistas fueran una mujer y un hombre, formar un equipo mixto. Otro de los criterios que manejé es que quería que uno/a hubiera trabajado antes en una serie diaria, y la otra persona me era indiferente si tenía experiencia en el formato o no. A partir de ahí, Irene y yo pusimos diferentes nombres sobre la mesa para ambos equipos (escaleta y diálogos), aunque cada una decidiendo sobre el equipo que iba a coordinar. No había trabajado antes con ninguno de los dos escaletistas, pero a Pablo le conocía de forma cercana y Silvia había trabajado con Irene. Los dos tienen una buena trayectoria, percibía que podíamos llevarnos bien y encajaban perfectamente en lo que estábamos buscando para el equipo. Están haciendo ambos un gran trabajo.
Irene: El equipo de diálogo los formamos cinco personas. El hecho de que todos hayan trabajado antes en diaria surgió de forma natural porque no era uno de los requisitos indispensables. Es verdad que sí buscábamos que parte del equipo tuviera experiencia en diaria, pero no su totalidad. Lo que sí teníamos claro es que la serie tenía la dificultad de contarse en dos tiempos y en dos tonos, por eso necesitábamos a dialoguistas que se sintieran a gusto en ambas tesituras. Al igual que el equipo de escaleta, todos tienen muy buena trayectoria y encajaban perfectamente en el proyecto. Intuíamos que podía ser un gran equipo y hemos tenido la suerte de no equivocarnos. Estamos muy contentas con su trabajo.
Al ver el capítulo 1 tengo la sensación de que el público de las series diarias se está haciendo más exigente y eso nos obliga a transitar otros géneros como la acción o el suspense que no sé muy bien como conviven con el hecho de tener que hacer 5 capítulos a la semana y tropecientos capítulos al año.
Alba: Las diarias, como cualquier otro formato, efectivamente también evolucionan con el paso de los años, y queríamos intentar dar un paso en dicha evolución, hacer una serie que tuviera los ingredientes que sabemos que funcionan en el formato, pero subir un poquito la complejidad narrativa y forzar los límites. En realidad, para que la serie pueda tener 200, 500 o 1000 capítulos creo que no es tan importante el género (aunque obviamente el melodrama funciona de maravilla), como el diseño de la serie en sí: el número de personajes y de tramas, la capacidad de renovación del contenido, no bajar la guardia y pensar siempre la manera de sorprender y enganchar a los espectadores… Hay que pensar en grandes medidas de tiempo, en tramas y personajes que no se agoten, cuyos arcos sean muy amplios.
Irene: Esa exigencia del público se traslada a nuestro trabajo y al de todos los departamentos. En España se han hecho y se hacen muy buenas series diarias, y ese espectador exigente es fruto de toda esa trayectoria. Por eso nos esforzamos en aplicar todo ese aprendizaje y buscar elementos nuevos que consigan entretener, divertir y emocionar a los espectadores cada día. Y como dice Alba, es fundamental el diseño de la serie, cuando comenzamos el trabajo de una nueva biblia nos damos cuenta de la importancia de contar con un diseño sólido para que todo eso sea posible. Si ese trabajo es consistente es más fácil que las tramas crezcan y tengan un recorrido interesante.